Bajo la premisa de que la ética va más allá de la ley, es decir, donde termina la ley empieza la ética, podemos determinar un espacio denominado “área gris”. La ausencia -a nivel ético- de un consenso entre lo correcto y lo incorrecto -pero siempre dentro del marco de la ley- crea, a la hora de tomar decisiones, este vacío o área gris. Veremos a continuación, dos ejemplos de áreas grises que pueden presentarse ante empresas cuyas actividades actúan contra el medioambiente y generan polución.
Tomemos primero el caso de una empresa minera dedicada a la extracción de metales básicos (por ejemplo oro, plata y cobre). Como es sabido, estas actividades tienen un impacto ambiental importante. Pero no solo el medio ambiente se ve afectado, sino también las poblaciones lugareñas por los efectos de la polución. Para limitar los daños, las autoridades del país en donde se desarrollan las actividades de la empresa, establecen una ley medioambiental que restringe la utilización de ciertos tipos de insumos químicos para la extracción de minerales. Sin embargo, el departamento de investigación y desarrollo, halla un método para realizar las extracciones con otro insumo altamente tóxico para el medioambiente pero que no entra en la clasificación gubernamental.
Esta situación se encuentra en un área gris por dos razones: la primera es que a pesar de respetar la ley acatando las restricciones, sus actividades no terminan de ser saludables en términos de polución. La segunda razón, es porque aprovecha un vacío jurídico para seguir contaminando legalmente. La ley no prohíbe la utilización de ese insumo, pero ¿es realmente correcta su utilización?
Veamos ahora el segundo caso de una planta procesadora de aluminio. A pesar de ser una actividad que genera gran cantidad de residuos peligrosos, supera satisfactoriamente todos los estudios de impacto medioambiental. Además, con el fin de incentivar la inversión, las autoridades gubernamentales ofrecen a la empresa asumir toda la responsabilidad en caso de contaminación proveniente de sus actividades. Un terrible accidente en la planta provoca un derrame de sustancias químicas, contaminando la fauna, flora y áreas poblacionales cercanas a la fábrica. Tras el accidente, las comunidades señalan como principal culpable a la empresa, y por lo tanto, responsable de la limpieza y reparaciones económicas por daños y perjuicios. Sin embargo, la empresa se niega a asumir cualquiera responsabilidad, argumentando que es el gobierno el encargado de manejar la crisis, y le pide de paso a este último cumplir sus compromisos legales.
Aparece claramente el área gris en esta situación: si bien es cierto que -por contrato- las obligaciones legales le incumben al gobierno, al nivel de la ética, se puede discutir el comportamiento de la empresa. La polución del medioambiente deriva del accidente que se ha producido en su planta, entonces ¿la empresa no debiera considerar algún tipo de reparación? Más allá de la ley, ¿acaso no existe una responsabilidad ética en esta situación?
Como hemos podido verlo en los ejemplos anteriores, las áreas grises ocupan un espacio entre la relación que mantienen la ley y la ética. Lo incorrecto puedo ser incorrecto pero carecer de normas legales que lo definan como tal, de la misma manera, lo correcto no es necesariamente -éticamente- correcto porque lo dice la ley.
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